El espíritu del kata y la transmisión


 
Por Eduardo Grassi y Horacio Troiani

 El artículo que escribimos quiere transmitir una idea imposible de ser transmitida en los sentidos convencionales. No es como enseñar a sumar o a leer. No es cómo enseñar historia. No es la interpretación de un suceso ocurrido. No describe una técnica que pueda ser fácilmente transmitida. Para comenzar transcribimos primero un fragmento maravilloso,  en inglés, de Taiji Kase Sensei:

"We must distinguish formality from reality. The technique is a formality, part of the movement, but kata is reality, its inner use, and soul. You can perform kata with perfect technique, but if your soul is not in it, then it has no value, it is not real. I remember when I started training in the dojo, one of my seniors told me that when Waka Sensei performs a kata, those watching have a sense of danger, it seemed like a real fight. When we speak about kata, we have to be able to transfer our inner strength and our determination into every movement, whether it's attacking or defending. If you don't feel anything while performing a kata, then that kata was not performed correctly. It is not a matter of technique, some students do not have refined technique, but in their movements, you recognize the danger and they have much more determination than some other practitioners who perform the kata with perfect technique. For these second, kata it continues to be just an exercise, a dance, with karate movements."

Su traducción aproximada sería:

“Debemos distinguir entre formalidad y realidad. La técnica es una formalidad, parte del movimiento, pero el kata es realidad, su uso interno y su alma. El kata puede ser realizado con técnica perfecta, pero si tu alma no está presente entonces no tiene valor y no es real. Recuerdo cuando empecé a entrenar en el dojo, un estudiante antiguo me dijo que cuando Waka Sensei realizaba kata los que lo estaban mirando tenían una sensación de peligro, parecía una pelea real. Cuando hablamos de kata, tenemos que ser capaces de transferir nuestra fuerza interior en cada movimiento, tanto si está atacando como defendiendo. Si no se siente nada mientras se realiza el kata entonces el kata está siendo realizado inadecuadamente. No es una cuestión de técnica, algunos estudiantes no tiene una técnica refinada, pero en sus movimientos se reconoce el peligro y tienen mucha más determinación que otros estudiantes cuya técnica es mucho más refinada. Para estos últimos estudiantes el kata es sólo un ejercicio, una danza basada en movimientos de karate.”

Cuando vemos a muchos practicantes hoy en día sus movimientos resultan técnicamente perfectos y consistentes con las enseñanzas rutinarias. El practicante ha aprendido y calibrado distancias y tiempos. La distancia entre sus pies en el zenkutsu dachi es la correcta y perfectamente repetible. Su Gyaco Tsuki tiene la altura adecuada e incluso es potente. Los ángulos de sus defensas correctos. Pero sin embargo no es creíble. No transmite peligro, agresión ni efectividad. No tiene espíritu. La realización es mecánica. Incluso vemos practicantes que a modo de niños juegan con la expresión de su rostro, lo cual termina degradando la realización aún más.

El kata necesita una conexión real entre el interior y el exterior. El problema es pensar que estamos permanentemente delante de un espejo o situación externa, real o imaginaria, que nos confirma o no si estamos haciendo las cosas bien. El espejo nos permitirá ajustar todos los parámetros externos y conmensurables en tiempo y en espacio. Pero el espejo está fuera. El espejo nos está mirando. El espejo despersonaliza. No podemos transformarlo en la vara de nuestra eventual corrección.

Alternativamente necesitamos para que el kata tenga máxima efectividad que todo proceda de nuestro interior. La realidad de que estamos realizando cada técnica como la última. Tenemos que repetir conscientemente, con la ayuda de nuestro maestro, hasta el cansancio y seguir. Un ejemplo de esto es el kata Sanchin. “Sanchin” es traducido como “tres batallas”. Cuerpo, mente y espíritu. Podemos interpretar este hecho como que la realización de cada técnica conjuga la participación de cuerpo, mente y espíritu para lograr nuestro fin último. Sawabe Sensei transmitió la idea de Kokoro como idea de conjugación presente.

 El kata a través de la práctica necesita convertirse en la conexión entre lo interno y lo externo.